La Serna del Monte se pobló durante la Reconquista, en el siglo XI, con gentes venidas de Sepúlveda y Buitrago. Las sernas eran las tierras de mayor calidad que un señor poseía y que entregaba a familias de su confianza para que organizaran el asentamiento de colonos y la construcción de viviendas junto a los terrenos de labor.
Unida al desarrollo de Buitrago, la primera aldea constituida dependía de los servicios e iglesia de Braojos, hecho que se mantuvo hasta que a mediados del siglo XVII los vecinos de La Serna decidieron levantar una ermita a San Andrés y pedir la independencia eclesiástica, paso previo a lograr la civil. En 1766 aparece ya como identidad singular al mismo nivel que Braojos e integrada en la Tierra de Buitrago y en el señorío de los duques del Infantado, condición que desapareció en 1812.
“Antes de estar emplazado el pueblo de La Serna en el lugar que está actualmente, se encontraba en el paraje de La Micaela, el pueblo de Ventosilla, que según cuentas, desapareció por el envenenamiento de todos sus habitantes durante la celebración de una boda, debido a que una salmanquesa se coló , no saben bien, si en el agua o en la comida, provocando la muerte de todos. Desapareciendo el pueblo, después fue cuando se empezó a repoblar el término dando lugar a La Serna. El agua de la reguera nace en el arroyo de La Acebeda, pero no se ha compartido nunca con ella pero si con el pueblo de Piñuécar. Se llaman Somarros y no Somarranos. Era carne que la gente del pueblo daba a los jóvenes, pero que éstos no compartían con el resto del pueblo, y ello ha derivado en la tradicional caldereta de oveja que hasta la actualidad se sigue haciendo el último día de las fiestas patronales en honor de San Agustín”.
Mónica Gutiérrez
Concejala de Cultura de La Serna del Monte